UNA VISITA AL PARQUE NACIONAL DE MONFRAGÜE (Cáceres)
Manuela Sánchez Ramos
En la provincia de Cáceres (Extremadura), tenemos uno de los parques nacionales más hermosos de España que es, además, Reserva de la Biosfera: Monfragüe. Sus relieves espectaculares se deben a la erosión que han ocasionado los ríos Tajo y Tietar al atravesar la Sierra de Monfragüe e ir encajando sus cauces a medida que fueron tallando delicadamente sus vertientes.
Las rocas que componen el paisaje son pizarras y cuarcitas, y también están presentes las diabasas (una roca ígnea de carácter plutónico similar al granito). La deformación de estas rocas es bien visible en todo el parque pues forma imponentes relieves con abruptos escarpes que refuerzan la belleza del paisaje y sirven de atalaya a las diversas especies de aves rapaces que vigilan desde las alturas.
El Parque Nacional cuenta con más de 17.000 hectáreas de bosque Mediterráneo que, en gran medida, se puede contemplar desde las cumbres ocupadas por el castillo y ermita de la Virgen de Monfragüe. Es ésta una de las primeras paradas que merece la pena realizar y que te dará una idea de la magnitud, importancia y belleza del parque (hay un microbús lanzadera gratuito que te llevará desde el amplio aparcamiento anexo a la carretera hasta el pie del propio castillo). Entretente en apreciar las entalladuras que han realizado en las rocas los ríos Tietar y Tajo, observando el efecto que producen sus meandros (algunos bien visibles cuando el nivel de las aguas es bajo, como el caso de la fotografía que os muestro) ampliando la anchura de los valles en los lugares donde sus cauces se entretienen en divagar allá por donde pasan, jugando a serpentear sobre sus propios sedimentos. Los itinerarios que han establecido los gestores del parque son fáciles de recorrer a lo largo de los cuales se puede disfrutar de la naturaleza en todo su esplendor.
La situación del parque es magnífica para poder recrearse en su visita partiendo de cualquiera de las ciudades que jalonan su perímetro: Plasencia, Trujillo y Torrejón el Rubio. Hay otras varias no menos recomendables, incluso el propio complejo de Villarreal de San Carlos dispone de modernas infraestructuras rurales para hospedaje. Entre los muchos alojamientos rurales, creo que uno de los más aconsejables es la “Hospedería Parque de Monfragüe”, que tiene una categoría de 4 estrellas, y que, sin embargo, no es caro. Su situación es extraordinaria, en el límite del propio parque. Su diseño y distribución de las habitaciones y terrazas es ideal para disfrutar del paisaje. El silencio de la noche es paradigmático pues es posible escuchar los sonidos de la naturaleza con una nitidez absolutamente envolvente. La claridad del día no es menos sorprendente, rodeado de pequeñas aves que hacen las delicias de cualquier observador. No está de más señalar que ofrece una buena gastronomía muy reponedora tras el consumo de energía que supone una intensa jornada de campo por terreno irregular.
Las paradas para la observación del paisaje y la fauna están perfectamente señalizadas y se pueden hacer con absoluta comodidad desplazándose siempre en coche de un punto a otro (conduce con precaución pues la carretera es estrecha y repleta de curvas muy enrevesadas). La opción de hacer un breve recorrido a pie por alguno de los senderos que parten de estos puntos de observación, es siempre una opción recomendable para los más andarines. Quizás la parada más sacrificada sea el ascenso hasta la cumbre de la roca en la que se encuentra el castillo y la ermita. Una escarpada pendiente que se remonta a través de una empinada escalera que parece no tener fin, aunque al final siempre se llega. La contemplación de la puesta de sol desde semejante altozano es sencillamente deslumbrante. Un contraste de luces y colorido envueltos en un silencio clamoroso en el que solamente destaca el sonido del viento y de algunas aves alborotadas por el ocaso. El paisaje desde esta altura se vuelve sobrecogedor.
Existen tres rutas de senderismo prefijadas: Roja, Verde y Amarilla, según el grado de dificultad. Pero la visita al parque y sus alrededores puede realizarse en tres jornadas bien aprovechadas. Mi propuesta para tres días es la siguiente:
1º Día. Procurad llegar a la hora del almuerzo a la hospedería y degustad el menú que preparan con muy buen empeño (recomendable la media pensión). Descansad con una buena siesta y dejarse llevar por los placeres del ocio y la contemplación del paisaje desde las tumbonas de la piscina (evidentemente, es la opción alejada de la época invernal).
A un kilometro escaso se encuentra el pueblo de Torrejón el Rubio (dispone de gasolinera, lo cual es una gran ventaja), muy pequeño y recoleto pero cargado de historia que se puede comprobar en su preciosa plaza de España, centro neurálgico de la actividad de sus habitantes. Pasead por sus angostas y empinadas callejuelas y encontrad recodos y escenarios rurales atractivos para hacer alguna fotografía; os aseguro que es placer inconmensurable. Atraviesa el pueblo una rambla que encierra gran peligro cuando las aguas bajan bravas y torrenciales, testimonio de lo cual puede observarse en sus riberas y de lo que alguno de los paisanos que por allí tienen sus hogares podrá contaros con detalle (entablad alguna conversación con ellos pues son extremadamente amables y cercanos, y aprenderéis interesantes cosas de sus experiencias). Aventurarse a ello es recomendable pues no hay pueblo en España, por pequeño que sea, en el que no merezca la pena realizar un paseo contemplativo. Todo nos sorprenderá a los más urbanitas.
Luego recomiendo ir en coche a contemplar la puesta de sol al Castillo de Monfragüe para ver su panorámica de 360º excepcional. Observad las aves y realizar fotografías maravillosas con sol poniente. El castillo es una fortificación árabe (con dos torres; una de planta cuadrada y otra circular) del siglo XV y cuenta con una preciosa ermita dedicada a la Virgen de Monfragüe. Es curioso que unos metros antes de llegar a la reducida explanada que sirve de aparcamiento, hay (subiendo a mano izquierda) una interesante cueva con pinturas rupestres que se puede visitar (de miércoles a domingo) a la que se accede por una escalinata de elevada pendiente. Un simpático guía os la enseñará exultante de felicidad pues, lamentablemente, la mayor cantidad de personas pasan de largo al ver lo escarpado de la escalinata. ¡Aventúrate y no dejes pasar la ocasión de ver todo lo que merece la pena!
2º Día. Desayuno contundente en la hospedería (afortunadamente no se recatan en ofrecerte energía vital en forma de exquisitas vituallas que te darán fuerza inusitada para toda la jornada) e ir con el coche en dirección al pueblo de Villarreal de San Carlos para buscar documentación en el centro del visitantes. Es un pueblo dedicado íntegramente al turismo rural que no te debes de perder pues recrea la forma de vida de la trashumancia que tanta importancia ha tenido, y tiene, en la zona. Sus construcciones están realizadas al estilo tradicional con los materiales rocosos del entorno (cuarcitas y pizarras con un singular tallado tableado) y revisten una gran belleza.
Antes de llegar al pueblo no te olvides de parar en el mirador del Salto del Gitano, que es una imponente masa rocosa, principalmente cuarcítica, con relieves verticales que parece emerger del agua hasta alcanzar los 300m de altura. Allí tienen su hábitat los buitres y otras aves rapaces que se pueden observar con prismáticos y que planean sobre nuestras cabezas pareciendo que casi puedes tocarlas.
La siguiente parada es en mirador de la Fuente del Francés, que es un manantial de agua natural que surge de las rocas con una claridad y frescura clamorosa. Tiene un amplio merendero en el que descansar y tomar algún refrigerio. Más adelante está el puente del Cardenal construido en el siglo XV y cuyo tránsito reviste algunos riesgos. Su grado de conservación no es el idóneo, por eso las personas que realicen la ruta que lo atraviesa deben de ser conscientes de lo que van a hacer.
Tras observar el puente del Cardenal desde el mirador que lleva su nombre podremos seguir camino para ir hasta los Saltos de Torrejón (utilizar la primera desviación hacia la derecha que encontraréis al salir de Villareal de San Carlos). Se aprecian los saltos del pantano. Luego cruzamos el embalse y disfrutamos de los distintos miradores que encontramos en el camino y que tienen fácil aparcamiento y así deleitaros con las panorámicas que ofrece cada uno de ellos. Los miradores más importantes son: el Pliegue (junto al cual se ha dispuesto una mesa con bancos arriesgada de utilizar), los Tres Caños, la Tajadilla, Malavuelta, de la Báscula, Higuerilla (muy bonito), Fresneda y Portilla del Tiétar. En caso de que no se lleves bocata y provisiones, da tiempo de regresar al hotel para almorzar y descansar un rato.
Por la tarde se puede visitar Trujillo que está a unos 40Km desplazándote por una carretera casi rectilínea bien asfaltada y cómoda de conducir. Por el camino encontraremos dehesas de toros bravos, cerdos ibéricos, ovejas y vacas. El paisaje de alcornoques, quejigos, encinas, madroñeras y monte bajo es magnífico. El espectáculo de contemplar las piaras de cerdos ibéricos, con cientos de individuos, correteando por las dehesas a su libre albedrío, es magnífico. Merece la pena observarlo.
Trujillo es una ciudad monumental que es obligatorio visitar. Parece difícil aparcar (por cierto, no se te ocurra tratar de circular por su plaza Mayor que está prohibidísimo y al que lo hace siempre le cae una multa) por ello lo más cómodo es dirigirte hacia el Parador de Turismo, muy cercano a la Plaza Mayor, donde hay calles amplias con aparcamiento desde donde podrás ir caminando hacia el centro de la ciudad. Podrás disfrutar de sus calles, palacios y edificios de todo tipo, fotografiando cada rincón que te resultará a cada cual más interesante. Se puede tomar algún refrigerio en la plaza que tiene unas vistas impresionantes. Si quieres cenar allí mismo, encontrarás un par de rincones verdaderamente atractivos.
3º Día. Desayuno energético en la hospedería y salir para visitar Plasencia, que está muy cerquita. Disfrutad del paisaje y comprobad las diferencias sustantivas que tiene en relación con la ruta de Trujillo. La ciudad es de las más importantes y ricas. Es monumental y con buena gastronomía (no perdeos las migas a la extremeña). Tiene un estupendo aparcamiento subterráneo bajo la estación de autobuses que está muy bien señalizado y que se encuentra a escasos 200m de la plaza Mayor. Un recorrido por la ciudad es toda una experiencia. Bajando por la calle Santa Clara hacia la Catedral encontraréis la Oficina de Turismo donde os darán todo tipo de información e interesante cartografía (tiene unos, más que pulcros, aseos que merece la pena utilizar para continuar la visita de forma más relajada). La visita de la Catedral es imprescindible; Catedral Vieja y Nueva en posición imbricada sin acabar de rematar interiormente (parte de la vieja se destruyó para construir, con sus propios materiales, la nueva). Una curiosidad que pocos se explican pero que genera singularidades poco frecuentes en otras catedrales.
Los martes en la plaza Mayor ponen un mercadillo de productos locales de manufactura artesanal y de sus propias huertas. Especialmente brillante es este mercadillo en la temporada de las cerezas y picotas, donde las encontrarás a precios irrisorios y con tamaños y sabores que jamás habrás probado.
Partiendo de Plasencia y siguiendo por la carretera que lleva a Arenas de San Pedro (Ávila), se puede visitar la hermosa y rica comarca de la Vera (Jaraíz de la Vera, Cuacos de Yuste, Aldea Nueva de la Vera, Jarandilla de la Vera, Losar de la Vera, Robledillo de la Vera, Viandar de la Vera, Villanueva de la Vera y Madrigal de la Vera) lindando con la vertiente septentrional del río Tietar. Una hermosa carretera rodeada de árboles con espectaculares ejemplares de castaños o nogales, y los afamados cerezos. No menos atractivo resulta el Valle del Jerte o Las Hurdes para el caso de que dispongas de más tiempo y prefieras desplazarte hacia el noroeste lindando ya con Salamanca.
Camino a Jaraíz de la Vera se puede almorzar en alguno de los mesones que jalonan la carretera, donde encontrarás muy sabrosas propuestas a precios más que razonables y gente encantadora, acogedora.
Por la tarde visitad el Monasterio de Yuste, retiro del emperador Carlos V, que es espectacular. Para ello es recomendable ir por la ruta de Cuacos de Yuste hacia el Monasterio pues es mucho más corta y menos tortuosa que la que parte de Jaráiz de la Vera (pasa por la Garganta de la Olla que es un salto natural de agua que genera unas piscinas naturales excavadas en la roca plutónica).
Volved desde Cuacos camino de Plasencia hacia la hospedería donde llegaréis a tiempo de degustar una buena cerveza antes de la buena cena que os espera. No olvidaos de pararse en el Lago, donde podréis apreciar la forma en la que los lugareños aprovechan los remansos del río para utilizarlos como lugares de recreo. Después de cenar, pasead en la oscuridad por los jardines de la hospedería para observar el cielo estrellado guiados por un luminoso mapa estelar que se ha instalado en el jardín. Comprobad la capacidad que tenemos los humanos para acomodarnos a la oscuridad y disfrutad del espectáculo que nos ofrece el cielo estrellado en el silencio de la noche.
4º Día. Salida de la hospedería (donde os colmarán de atenciones con un trato extremadamente amable) para volver, observando el entorno geológico y natural.